woyzeck cuento redondo

Qué lamentable es poder decir sin temor a equivocarse que Woyzeck está tanto o más vigente que cuando estaba siendo escrita por Georg Büchner hace más de ciento setenta años. Porque nadie puede dudar de que los mecanismos (evidentes u ocultos) de opresión, degradación y despersonalización que hoy funcionan en nuestra sociedad son mucho más perversos, eficientes y sutiles que en aquellos años. En ese entonces, el Capitán o el Mayor podían ensañarse abiertamente con uno o con cien hombres como Woyzeck, mientras que hoy podrían aplastar la psiquis de millones de personas con maniobras tales como organizar una marcha por la inseguridad y dar un encendido y convincente discurso acerca de necesidad de controlar las entradas y salidas de las villas. Y no hace falta que el Doctor experimente con él, sobre su cuerpo: basta, por ejemplo, machacar negativamente durante días con el tema del adelantamiento de la hora para lograr tener media sociedad convencida de que se siente mal por falta de sueño. Por todo esto, bienvenida una nueva puesta de Woyzeck, aunque en este caso se trata de una particular versión que, sin alejarse por el mero antojo de mostrarse original, opera como mirando a través de una lupa, deja fuera de su foco lo rayano y se concentra en lo medular y lo amplía hasta hacerle alcanzar dimensiones monstruosas. Sí, más monstruosas aún.

Damián Moroni es quien dirige muy acertadamente esta asombrosa Woyzeck, cuento redondo, en la que ya casi todo parece ser ordinario: para algunos, el dolor ya casi no duele de tan cotidiano que es; para otros, la dominación no es una carga ni un desafío sino un juego trivial con el que se mata el tiempo. La puesta expresa con potencia ese mundo reducido en el que la fricción permanente va igualando en lo peor al científico con la supuestamente inferior rata de laboratorio. Nada menor el aporte de Magda Banach como creadora del adecuado vestuario y de la tan estricta como impactante escenografía.

Y esos personajes, violentos o violentados, siempre provocando, siempre yendo hacia lo peor como desbarrancándose, terribles creaciones de un elenco notable que se sostiene sin pausa en una permanente y despiadada exposición: Beatriz Balvé (Capitán), Francisco García Faure (Tambor Mayor), Luciana Mastromauro (María), Patricio Zanet (Andrés) y Uriel Milsztein (Woyzeck).

¿Podía Woyzeck ser todavía más doloroso, más perturbador, más áspero? La respuesta la han dado Damián Moroni y su equipo en esta puesta.

Lucho Bordegaray

http://montajedecadente.blogspot.com/2008/10/teatro-woyzeck-cuento-redondo.html

El contenido conceptual de la obra, es un diálogo entre diferentes líneas de relato que se entrecruzan constantemente. La visión filosófica, la social, la política, la esotérica. La obra es un nervio dinámico de continuas preguntas. La palabra se transforma en materia, provoca forma, se abre a la observación. Las preguntas que nos realiza el texto, solo se responden encontrando una forma de estar. De estar en el mundo. De estar en escena.

Preguntas guía que surgen de la obra. "Pivotear" sobre estas preguntas y no evadirlas, fue nuestro campo de acción. Nuestra herramienta para gestar forma.

¿Qué es el hombre?
¿Por qué existe?
¿Qué es real?

La atmósfera objetiva del trabajo fue desde el inicio la idea, imagen y sensación del Apocalipsis. La reflexion sobre esta atmósfera nos llevo a la teoría del eterno retorno. ¿La repetición eterna es el verdadero Apocalipsis? ¿El crimen de Marie es un círculo del que Woyzeck no puede salir?
¿ El grupo frente a Woyzeck representa un ritual eterno?
A su vez cada actor desarrolla su propia atmósfera subjetiva. Su propia impronta poética. Lo propio frente a lo grupal, lo subjetivo frente a lo objetivo. El individuo frente al gran arquitecto de la naturaleza.

vuenosairez

Una apuesta compleja donde el espectador es llevado a distintos estados emotivos, donde el sentido está fracturado. Un espectáculo donde los detalles y el trabajo actoral son los principales protagonistas

Una atmósfera opresiva y extraña. Un espacio enrarecido donde personajes deambulan misteriosamente. Canicas. Ruidos extraños que surgen de la garganta de uno de los actores. Un personaje de espaldas. Confusión.

Estos son algunos de los ingredientes de “Woyzeck”, espectáculo dirigido por Damián Moroni sobre el texto de Georg Büchner, que narra la historia de cómo un grupo de personajes logra ocasionar un asesinato como producto de la generación de un ambiente de opresión y tensión.

Más allá del argumento, el acierto de esta pieza se da en el plano de las sensaciones que continuamente genera. El trabajo en varios planos permite al espectador contemplar una puesta múltiple y compleja, donde los detalles son los protagonistas.

Si bien por momentos la acción cae para dar lugar al discurso, es notable el trabajo corporal y de composición de los actores: actuaciones complejas y bien construidas que logran mantener la atención en todo momento.

Otro aspecto destacable del espectáculo es la puesta en escena y el trabajo escenográfico, ya que otorgan un dinamismo fundamental para esta pieza y ayudan a generar un clima de extrañamiento y confusión.

“Woyzeck” es un espectáculo complejo, donde el sentido está diseminado y necesita la mirada activa del espectador para reconstruirlo. Sin embargo, su dinamismo y constante sorpresa producen que el espectador deje de intentar entender para ingresar en el plano de las sensaciones y el deleite.

Mariano Zucchi

http://www.vuenosairez.com/articulo.php?tipo=2&idRteatro=132

Crítica Teatral

Belleza y hermetismo

Obra bella y con códigos propios que muestra el camino de un hombre hacia su oscuro destino

El pequeño cuadrado en que se desarrolla la obra ubica al espectador, no solo en un mundo cerrado y sórdido, si no que al mismo tiempo da una idea de seres y acontecimientos marginales, instalados al costado de la realidad y de la sociedad.
En la obra dirigida por Daniel Moroni el transito de Woyzeck hacia su tragedia es profundizado, por el recurso de agudizar al extremo el extrañamiento de los personajes.
Moroni altera no solo desarticula el comportamiento de estos seres, si no que también altera las propiedades físicas de los elementos que ellos utilizan, creando de esta manera un universo con códigos y leyes propias.
La riesgosa propuesta del director tiene dos aristas: la de excelencia (la estética de la obra por momentos son de un lirismo y un dramatismo conmovedor) y la de hermetismo (si no se tiene ciertas pistas del cuento de Buchner muchas acciones y diálogos son difíciles de comprender).
Las actuaciones acceden a la excelencia merced a un detalladísimo trabajo por captar la esencia de los personajes. Tanto Uriel Milsztein como Francisco García Faure logran crear tensiones en cada una de sus escenas, en el personaje mas transgresor propuesto en esta puesta la actriz Beatriz Balvé consigue darle autoridad y cinismo a su Capitán, Patricio Zanet logra un momento de especial ternura y Luciana Mastromauro conmueve en esa mujer con su alma a flor de piel.
La escenografía y vestuario de Magda Banach es sencillamente maravilloso, por su claro concepto y por la audaz utilización de los materiales que los componen.
Las luces de Matías Sendón no permiten el ocultamiento de las conductas de los personajes.
Para apreciar en todo su merito la obra “Woyzeck cuento redondo” , se requiere de un espectador con sapiencia del material de donde surge esta obra.

Gabriel Peralta
www.criticateatral.com.ar
http://www.criticateatral.com.ar/index.php?ver=ver_critica.php&ids=1&idn=651

Leedor el 22-07-2007

El texto de partida es una obra muy especial para la historia del teatro, escrita en 1836 y nunca cerrada por su autor, George Buchner, quien sólo viviera 24 años y convertido en un escritor insoslayable para la cultura germana actual (a su memoria, por ejemplo, se ha instituido el premio más prestigioso de teatro en lengua alemana).

Activo en la política de su tiempo, al punto de tener que exilarse y morir en Zurich, Buchner estuvo fuertemente ligado a las ideas revolucionarias de su tiempo en la Alemania post Napoleón. Las otras dos obras de teatro que nos ha dejado son La muerte de Danton y Léonce y Lena.

La historia es verídica. Hubo un Johann Woyzeck que por celos apuñaló a su mujer y fue condenado a muerte en la ciudad de Leipzig.

Woyzeck tiene muchos méritos. Se la considera una de las primeras obras en alemán centrada en un pobre hombre acosado por su entorno social, y es, por su manera de plantear el drama, un punto de partida fundamental del expresionismo teatral, especialmente en la estética de Brecht.

Asímismo, ha transitado por múltiples versiones, entre la que mencionamos la que realizó en cine W. Herzog, con su infaltable Klaus Kinsky como Woyzeck, en 1979.

Para nosotros este texto cobra un atractivo muy especial, por su fragmentación, por su polifonía de voces que se repiten como ecos sin tiempo, por su manera tan poco clásico aristotélica de entender la división de sus escenas (27 en el texto original) y sus consiguientes diálogos, o por la síntesis de religión-violencia y la animalización de lo humano sometido al autoritarismo más feroz. Recordamos, todo esto, escrito en 1836.

Hoy la tenemos en cartel, en una versión dirigida por Damián Moroni, en el Teatro del Viejo Palermo, en una puesta que actualiza su significación filosófica y política a partir de crear un clima muy particular, excelente estímulo para sentir y reflexionar la problemática (muy bien rescatada por el director) siempre conflictiva de la relación individuo/comunidad.

En Woyzeck, un cuento redondo, los actores son el cuerpo de múltiples voces a la manera de un relato que circula de manera despiadada, para disolver justamente cualquier posible afirmación de la personalidad del protagonista. Se destaca especialmente el trabajo de Uriel Milsztein.

Kekena Corvalán
Leedor el 22-07-2007
http://www.leedor.com/notas/2206---woyzeck.html